Atrapados en el cementerio

El último sábado tuvimos oportunidad de vivir una experiencia diferente, recorrer el cementerio de La Recoleta bajo una torrencial lluvia, no faltaron los truenos y relámpagos para crear un clima apropiado, también fueron varios los visitantes que se llevaron flor de susto.

Mientras mi compañera Susana Espósito realizaba una de las habituales visitas guiadas, yo recorría el cementerio tomando fotografías y buscando algún dato curioso, siempre atento a los negros nubarrones que ponían un marco especial al gris paisaje de siempre.

Si bien ya un cielo muy oscuro creaba un clima especial, era solo un presagio, lo terrible fue cuando estábamos frente a la bóveda de Eva Duarte y se desató una lluvia torrencial, entonces la poca gente que había en el lugar huyó despavorida y quedamos solo cinco personas y un gato negro, de los más de ochenta que habitan el lugar.

Solo atinamos a buscar algún refugio, que encontramos, vaya casualidad, frente al sepulcro de Rufina Cambacéres, de la cual se tejen tantas historias, siendo una de ellas que su ataúd se movía en días de tormenta.

Con el gatito negro como anfitrión, permanecimos en el porche de una bóveda vecina durante casi media hora y contamos la historia a la gente que estaba junto a nosotros, a los que se sumó una pareja procedente de Dinamarca, que vivieron el momento con gran expectativa, aunque como es lógico, no ocurrió nada extraño, solo los truenos que hacían temblar el suelo y ponían más dramatismo al momento.

Después de permanecer allí durante un tiempo y viendo que la lluvia no cesaba, con el condimento de que comenzaron a sonar las campanas anunciando que faltaban pocos minutos para el cierre del cementerio, no quedó más remedio que exponerse al diluvio y buscar la salida para no tener que pasar la noche allí dentro.

El panorama era desolador, agua por doquier, en los pasillos había fácilmente unos diez centímetros o más, nadie por ningún lado, solo un par de turistas que sorpresivamente salieron de un pasillo lateral y tremendo susto se llevaron cuando se encontraron con nosotros que veníamos corriendo por otro perpendicular, pero eso no fue todo, mi estrategia era correr unos metros y refugiarme en la cavidad de alguna bóveda que tuviera un techito, eso venía haciendo cuando se vio un relámpago y a continuación un estruendo impresionante, yo pensé que estaba solo en ese lugar, pero siento que una mujer grita aterrada y me tironea del brazo!!! ... era una señora que buscaba la salida y no sabía a quien preguntarle, mayúsculo fue el susto que me provocó. Mientras, también oía gritar a Susana a quien le asustan mucho los truenos, no quiero pensar lo que habrá sentido en ese momento.

Después de eso solo quedaba llegar al Cristo verde, que parecía estar en medio de una fuente, pues a su alrededor se había formado un lago y el agua nos tapaba los tobillos, del mismo modo en toda la calle principal, que cuando terminábamos de transitar, la gente que se había refugiado en el peristilo no lo podía creer y nos sacaron tantas fotos como si estuviéramos llegando a la meta en la maratón San Silvestre, de no creer.

Como pudimos ingresamos al peristilo, donde había una multitud, también dentro de la capilla estaba repleto de gente, parada, sentada en el piso, por todos lados. Sorpresivamente la gente de seguridad comenzó a desalojar el lugar, argumentando que eran las 18 horas y debían cerrar. Creemos que lo del sábado fue un caso muy especial, que se da cada muchos años y estos señores debieron contemplar la situación, dar la posibilidad que la gente permaneciera allí unos minutos más y no obligarlos a salir en esas condiciones, sobre todo teniendo en cuenta que entre la multitud había muchas personas mayores. Para tener en cuenta.

Texto y fotos: Luis Leoz
www.conozcarecoleta.com.ar - Publicado el 02/12/08