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Recuperación de la Confitería del Molino

La historia del Molino comienza en 1850, cuando dos reposteros italianos, Constantino Rossi y Cayetano Brenna compraron la entonces Confitería del Centro, en la esquina de Federación y Garantías (hoy, Rodríguez Peña y Rivadavia). Luego la rebautizaron Antigua Confitería del Molino, porque en un ángulo de la plaza Congreso trituraba granos el primer molino harinero de Buenos Aires, llamado molino a vapor de Lorea.

El lugar fue adoptado por la alta burguesía. Se reunían allí para saborear sus exquisiteces: el merengue, el marrón glacé, el panettone de castañas y el imperial ruso, curiosamente conocido en Europa como “postre argentino”, ya que fue creado por Cayetano Brenna en 1917. En 1904, Brenna adquirió la esquina de Callao y Rivadavia. Siete años mas tarde compró la casa de Callao 32 y en 1913 la de Rivadavia 1915.

Don Cayetano Brenna decidió construir en esos lotes uno de los edificios más altos de la ciudad, con materiales traídos de Italia: puertas, ventanas, mármoles, manijones de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 metros cuadrados de vitreaux.

En 1917 se efectuó la gran inauguración. Los legisladores abrían allí sus cuentas corrientes y Brenna los atendía con levita. El Molino se había convertido en un verdadero foro para el debate, la conversación y las citas amorosas. La historia del arte y la política ocupó un lugar definitivo dentro de ese recinto. Por las mesas del Molino pasaron Alfredo Palacios, Carlos Gardel, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, el tenor Tito Schipa, la soprano Lili Pons, Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón, entre tantas otras figuras.

El edificio, de estilo art nouveau, con su característica torre aguja, fue proyectado por el arquitecto Francisco Gianotti (autor también de la Galería Güemes).

La confitería del Molino cerró sus puertas el 23 de febrero de 1997 y aunque ese año fue declarado Patrimonio Histórico, ello no impidió su deterioro. En 2005, incluso hubo que utilizar una grúa de Bomberos para retirar trozos de mampostería y de vitrales de la cúpula, ante el riesgo concreto de que cayeran a la calle.

Desde su cierre, se presentaron numerosos proyectos de ley para recuperarla –tanto en el Congreso Nacional como en la Legislatura de la Ciudad– pero ninguno prosperó.

El sábado 9 de octubre, se dio cita en esa esquina, un grupo de personas identificadas como PROBAFE (Proyecto Buenos Aires Federal) con la consigna “Salvemos al Molino”, cuyo objetivo es recuperar la emblemática confitería, de acuerdo a un proyecto presentado por el senador nacional, Samuel Cabanchik, donde solicita que se declare de utilidad pública y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural, el inmueble de la confitería Del Molino. El edificio quedaría bajo la órbita del Poder Legislativo, y a cargo de una Comisión Administradora Bicameral.

Según publicaron algunos periódicos matutinos del jueves 14 de octubre, la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, el miércoles 13, dio despacho favorable a dos proyectos para expropiarla y ponerla nuevamente en valor.

Si algunos de los dos proyectos fuera convertido en ley, el edificio pasaría a ser propiedad del Estado Nacional. En el piso inferior volvería a funcionar la confitería y el piso superior sería utilizado por el Congreso para actividades de contacto con la comunidad, garantizando además, la puesta en valor de esta Confitería que ha sido símbolo de una vida cultural y política en nuestra ciudad, según palabras del diputado Roy Cortina, que junto con Ricardo Alfonsín, fue autor de uno de los proyectos.


Susana Espósito para www.conozcarecoleta.com.ar (3600)
Fecha de publicación (15/10/10)



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