Recuperación de la Facultad de Ingeniería
La sede de la facultad de Ingeniería situada en avenida Las Heras 2214, en el barrio de Recoleta, es un edificio muy particular, ya que es el único de estilo neogótico, de carácter no religioso, en la ciudad de Buenos Aires.
Fue proyectado por el arquitecto Prins, que contó con la colaboración de dos arquitectos italianos recién llegados a la Argentina: Francisco Gianotti, autor de la Confitería Del Molino y Mario Palanti, cuya obra más importante fue el Palacio Barolo.
Hay quienes aseguran que el proyecto no pudo ser finalizado por problemas de cálculos estructurales, que impidieron recargar la construcción existente con una torre central de gran altura y dos agujas góticas laterales, como concebía el proyecto original, y que esto fue la causa del suicidio del ingeniero-arquitecto Prins.
El hecho no está documentado, pero lo cierto es que en 1938 se resolvió dejar sin efecto la continuación de los trabajos.
El paso del tiempo y la polución que genera la gran cantidad de tránsito que circula por la avenida, fue oscureciendo sus paredes, hubo desprendimientos de algunos arcos ojivales y también, el excremento de las palomas acumulado en esos arcos, fue carcomiendo el material; por eso, desde hace varios meses comenzaron a realizar obras de recuperación de este hermoso edificio que día a día es fotografiado por los turistas que pasan por allí y también, como curiosidad, se observa que algunos porteños que pasan por delante de su fachada, creen que es una iglesia y se persignan.
Los arquitectos que están interviniendo en la conservación de este edificio, trabajan con la idea de respetarlo como edificio inacabado y no terminarlo. Se observaron los materiales y técnicas utilizadas en distintas épocas y las pruebas que se hicieron y no se continuaron.
Para ejemplificar los cambios que vivió el proyecto de Prins puede citarse el estudio sobre los arcos ojivales. Algunos de ellos fueron hechos con perfiles metálicos embutidos en la mampostería (como bovedillas), y otros con varillas de acero liso con una carga de hormigón arriba. Se presume que los giros en las decisiones se debieron a una cuestión de costos. Tiene lógica: también se constató que el remanente del ladrillo picado que se usó para la fachada se mezcló con cal y arena para ser reutilizado como revoque. De este modo, “hicieron un hormigón de ladrillo pobre que no resiste demasiado”, según comentó el arquitecto Bozzano.
Algunas patologías que no se encontraban en los patios y se vieron recién sobre los andamios complicaron aún más la difícil tarea de unificar criterios. En líneas generales, éstas se debieron a los defectos de la construcción, como los caños de acero sin revestir, y otros como la falta de mantenimiento y la polución. Con respecto al daño generado por los aires acondicionados, los arquitectos sugirieron retirarlos e instalar artefactos centrales que no afecten la fachada. Además, mediante la participación de ex alumnos que contaban con documentos del estado del edificio se demostró que los maceteros no eran parte del proyecto original. Por lo tanto, se decidió su retiro para solucionar y prevenir problemas como filtraciones, retención de humedad y crecimiento desmedido de las raíces.
En cuanto al criterio general de recuperación, el arquitecto Scagliotti explica que se trató de “generar el menor estrés posible entre el material de soporte y el de reintegración. Normalmente, éste último tiene que ser más blando que el original para afectar lo menos posible a éste último”.
Las pruebas en los patios sirvieron no sólo para evaluar el estado de la obra, sino también para probar la idoneidad del personal contratado, quien además está recibiendo una capacitación por parte de los arquitectos mientras dura la intervención. Tanto Bozzano como Scagliotti consideran importante que todos los operarios comprendan que con su labor están consolidando la cultura material de la ciudad, algo que intentan difundir entre los vecinos y los alumnos de la facultad. Inclusive, la intervención sobre la envolvente disparó una serie de programas de protección del patrimonio que se concretarán cuando ésta finalice, como la restauración de los vitrales.
Con el 40% de las obras ya terminadas sobre parte de las fachadas de Azcuénaga y Las Heras, los especialistas esperan concluir la intervención para septiembre, si el clima no demora las tareas.
www.conozcarecoleta.com.ar (4399) - Publicado: (10/06/14)
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