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Mitos y leyendas de las facultades de Derecho y de Ingeniería

Cada barrio de Buenos Aires tiene su historia, mitos, leyendas y Recoleta, probablemente los tenga más que otros, sobre todo por el Cementerio que es un cofre de Historias y misterios, pero existen otros menos conocidos, como la Facultad de Abogacía y la de Ingeniería.

Facultad ingenieria en RecoletaSobre Av. Las Heras esquina Azcuénaga, está una de las sedes de la Facultad de Ingeniería, que en realidad había sido construida para albergar la Facultad de Abogacía.

Es la única construcción neogótica monumental de carácter no religioso en la ciudad de Buenos Aires, proyectado por el arquitecto Prins, con la colaboración de dos arquitectos italianos recién llegados a la Argentina: Francisco Gianotti, autor de la Confitería Del Molino y Mario Palanti, cuya obra más importante fue el Palacio Barolo.

No hay duda de que este trabajo es un símbolo, sobre el que se han tejido una infinidad de historias. Hay quienes aseguran que el proyecto no pudo ser finalizado por problemas de cálculos estructurales, que impidieron recargar la construcción existente con una torre central de gran altura y dos agujas góticas laterales, como concebía el proyecto original, y que esto fue la causa del suicidio del ingeniero-arquitecto Prins.

El hecho no está documentado, pero lo cierto es que en 1938 se resolvió dejar sin efecto la continuación de los trabajos.

El edificio fue ocupado por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, desde 1910 hasta 1948, cuando el edificio es cedido a la Facultad de Ingeniería y la Facultad de Derecho se muda a Avenida Figueroa Alcorta 2263.

Facultad de derecho en Recoleta

Existen varias supersticiones con respecto a este edificio del que dicen que "no hay que contar las columnas".

Cuentan que los estudiantes que se convertirán en futuros abogados son más bien pragmáticos y no creen en cuestiones relacionadas con ciertas supersticiones pero, por las dudas, prefieren hacer caso y no contar las columnas de la fachada.

Sumar cada una de las columnas de estilo dórico construidas con la más pura piedra marplatense encarnaría la maldición más temida: no recibirse jamás, y esto dicho con grado de certeza. Si contás las catorce columnas no te vas a recibir nunca, repiten año tras año dentro del edificio de 40 mil metros cuadrados proyectado por los arquitectos Ochoa, Vinent y Chiappori.

Lo mismo si ingresás a la Facultad por el frente que da a la Avenida: abandonarás la cursada y no reanudarás la carrera nunca jamás.

De acuerdo con el consejo de los más experimentados, mejor hacelo por donde ingresa todo el mundo, que es la entrada de la calle Julio Víctor González.

Según confirman algunos alumnos que actualmente cursan, la leyenda sigue circulando, desconocen su origen y afirman que son cuentos de viejo sin sustento pero ninguno se animó a contar nunca las columnas del edificio durante toda la cursada.

Un caso menos conocido fue el que experimentaron el entonces estudiante de abogacía y actual Secretario del Juzgado Nacional de Trabajo Nº 63, Sergio Micheloud, y su grupo de compañeros de estudio.

En el hall central conocido como Salón de los Pasos Perdidos existen dos esculturas monumentales ubicadas una frente a la otra, en cada uno de los extremos del largo pasillo. Antes de los exámenes, los integrantes del grupo debían tocarles los pies a las esculturas, primero a una y luego a la otra, pidiéndoles buena fortuna para rendir bien, en una especie de ritual más o menos tonto.

Los dos gigantes de piedra representan al Profesor y al Alumno y fueron tallados en mármol de carrara por los escultores Roberto Capurro y Carlos de la Cárcova, respectivamente, en 1953. Apenas terminaban el parcial o el final, sea escrito y oral, debían volver a agradecerle a los colosos. El ritual funcionaba y los integrantes del grupo obtenían excelentes notas.

Cierta vez, una integrante se despertó tarde antes de rendir Derecho Comercial, fue a las apuradas a dar el oral y no sólo obtuvo un aplazo sino que cuando salió del edificio tropezó al bajar las escaleras, cayó y sufrió un esguince de tobillo entre otros golpes contundentes.

No había tenido tiempo de saludar a los gigantes de piedra. Así lo contó un profesor.

También hay que evitar el buffet de la planta baja, del que muchos dicen que está maldito y que quienes lo visiten nunca se van a recibir. La leyenda se funda en un hecho trágico.

En este buffet hacían inteligencia los militares de la dictadura y hay quienes todavía recuerdan la irrupción intempestiva, por la puerta lateral, de un grupo de tareas. Existen al menos 111 legajos de estudiantes de la Facultad de Derecho que fueron detenidos durante el Terrorismo de Estado y continúan desaparecidos.

Otra leyenda habla de una joven estudiante de abogacía que fue violada en uno de los siete ascensores que tiene la Facultad y luego de dos días sin que se supiera nada de ella apareció muerta en el subsuelo.

El edificio de la Facultad de Derecho fue inaugurado por Juan Domingo Perón el 21 de septiembre de 1949 y se cree que la fecha fue elegida por Eva Duarte como homenaje a los estudiantes en su día.


www.conozcarecoleta.com.ar (5068) - Publicado: Miércoles 29/12/21