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Huellas del pasado del Parque Las Heras

El Parque Las Heras es uno de los más emblemáticos del barrio de Palermo. Delimitado por las avenidas Las Heras, Coronel Díaz y las calles Juncal y Salguero, cuenta con una maravillosa y variada arboleda que invita a ser recorrido por gente de todas las edades: abuelos, niños que corretean, patinan, andan en bicicleta y juegan; paseadores de perros y adoradores de Febo que se tienden en el césped a broncearse y al atardecer, se arman ruedas de mate a la hora de la puesta del sol.

Lo que muchos de sus visitantes, tal vez no saben, es que ese espacio de recreación ha sido en un pasado muy cercano la Penitenciaría en la que se alojaban más de 300 presos para purgar sus delitos.

Penitenciaria Las Heras

Los presos eran alojados en el Cabildo de Buenos Aires hasta que fueron tantos, que los calabozos estaban saturados y por eso fue necesario contar con un espacio para que cumplieran sus condenas. Fue así que se construyó la Penitenciaría Nacional, inaugurada el 28 de mayo de 1877 en el espacio que hoy ocupa el Parque y este sábado se cumplen 145 años.

Fue proyectada por el arquitecto Ernesto Bunge, quién se inspiró en el modelo del panóptico de Bentham (era un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII). La penitenciaría contaba con largos pabellones de dos pisos, que confluían en una garita central, donde el guardia observaba todo, casi sin girar la cabeza.

Predominaba el sistema auburniano o neoyorquino que debe su nombre a la ciudad de Auburn (Nueva York) y se basa en dos ideas principales: por un lado el aislamiento nocturno y el régimen de silencio y, por el otro, el trabajo en régimen comunitario.

Fue una cárcel para condenados y presos de máxima seguridad. Los procesos que signaron durante 84 años la historia penitenciaria argentina la tuvieron como escenario principal.

Antonio Ballvé, jefe del penal entre 1904 y 1909, llevó a José Ingenieros, quien creó las teorías de clasificación y estudios de los presos a partir de sus características físicas. Eliminó el régimen de silencio e instauró las recompensas por buena conducta. Si un preso se portaba bien, sus familiares podían llevarle café o chocolate, podía dejar una hora más la luz encendida, o quedaba autorizado para usar bigote.

Casi medio siglo después —cuando el director nacional penitenciario era Roberto Pettinato— el régimen se flexibilizó mucho más. Los presos podían usar su nombre (hasta entonces los guardias los llamaban por el número de penado) y se eliminaron los grilletes y los trajes a rayas. Los internos podían recibir visitas íntimas. En 1948, el equipo de Boca fue a inaugurar una cancha de fútbol y desde un año antes los presos disfrutaban de una pileta de natación, olímpica, y con tres trampolines.

La Penitenciaría estaba llena de huertas y tenía una gran fábrica con que se autoabastecía y nutría de productos a las instituciones públicas. Pero representaba un problema hacia afuera. Ya desde 1909 se hablaba de un traslado. Con el tiempo, el penal fue "quedando mal" en una zona cada vez más más poblada y más rica.

Finalmente, el 6 de setiembre de 1961, la demolición manual empezó por la casa que ocupaba el jefe de la unidad. El 5 de enero de 1962 comenzaron las explosiones con trotyl, para derrumbar los muros, de siete metros de alto y cuatro metros de ancho en la base. El 5 de febrero, en medio de los escombros, arriaron la Bandera por última vez.


www.conozcarecoleta.com.ar (3451) - Publicado: Jueves 26/05/22