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Desde Ramón Falcón al INADI, la prohibición del piropo

¡Cuidado, no digas un piropo a nadie porque serás acusado de acosador! Es preferible ser dueño de tus pensamientos antes que ser esclavo de tus palabras.

A fines de 1906, en tiempos en que el coronel Ramón Falcón era jefe de la Policía de la Ciudad, se hizo cumplir una disposición que penaba a los individuos que osasen piropear a las mujeres en la vía pública. Ahora, en plena efervescencia del feminismo, los hombres temen decir un piropo porque pueden ser denunciados por "acoso" ante el INADI.

Piropo o acoso¿A qué mujer le cae mal un halago de un hombre? Se supone que a ninguna. Es lindo que te digan "Adiós bonita", "Qué lindos ojos" u otras palabras que eleven la autoestima. Muy distinto es lo que lejos de ser un piropo es un grosería y eso sí, debería ser penalizado: "cómo te haría tal cosa", "qué c... tenés" u otras barbaridades que no son gratas. Es preferible callar que ofender y herir gratuitamente.

Fue el 28 de diciembre de 1906 cuando Ramón Falcón instruyó a los vigilantes para que hicieran cumplir, en la vía pública, una orden establecida el 10 de abril de 1889: “Se recuerda al personal de policía el deber que le está atribuido por la reglamentación vigente, para velar constantemente por la moral y buenas costumbres, así como el de impedir que nadie será molestado
ni provocado con ademanes o palabras que infieran ofensas al pudor”.

Falcón se puso al frente de los que reclamaban una defensa de la moral callejera, especialmente de los que paseaban por Florida, la calle donde todos iban a ver y a mostrarse. Decían que las mujeres recibían cientos de piropos. Los moralistas lo describían como un “feo hábito”, cuyas víctimas eran “muchachas inocentes”.

Por ser pescado infraganti diciéndole a una dama, por ejemplo, que “te comería a besos”, como ironizaba la revista Caras y Caretas, la multa era de 50 pesos o diez días detenido. Enseguida se puso de manifiesto la contradicción: por pasearse desnudo por la vía pública, la multa era de 20 pesos o dos días en el calabozo. La cifra era excesiva, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el sueldo de un maestro rondaba entre los 140 y 180 pesos.

Ante esta situación, algunos como Ángel Villoldo, un músico y compositor en los primeros años del tango, vio una excelente oportunidad. Sus tangos reflejaban historias reales del hombre común, del barrio y del conventillo. Cuando se enteró de la disposición de multar al piropeador, se inspiró y escribió el tango “¡Cuidado con los 50!”, haciendo alusión a la exorbitante suma que el infractor debía abonar.

La letra del tango, estrenado en 1907, es la siguiente:

Tango El PiropoUna ordenanza sobre la moral
decretó la dirección policial
y por la que el hombre se debe abstener
decir palabras dulces a una mujer.
Cuando una hermosa veamos venir
ni un piropo le podemos decir
y no habrá más que mirarla y callar
si apreciamos la libertad.
¡Caray!... ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que le diga un piropo a una mujer!
¡Chitón!... ¡No hablar,
porque al que se propase
cincuenta le harán pagar!
Yo cuando vea cualquiera mujer
una guiñada tan sólo le haré.
Y con cuidado,
que si se da cuenta,
¡ay!, de los cincuenta
no me salvaré.

Villoldo y un amigo habrían ideado lo que hoy conocemos como una estrategia de marketing. Mandaron a alguien a una esquina de la ciudad a piropear a diestra y siniestra para ser detenido, y así darle un poco de publicidad al tango. Pero nadie lo denunció y ningún policía apareció.

Desde entonces transcurrió un poco más de un siglo y ahora, las feministas consideran que el piropo es "acoso" y algunas lo denuncian en el INADI, por lo cual, los hombres deben ser dueños de sus pensamientos y evitar ser esclavos de sus palabras. A callar o marche preso!!!


www.conozcarecoleta.com.ar (3711) - Publicado: Miércoles 12/04/23