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Historia del apellido, abolengo o estigma

Todas las personas tenemos un nombre y apellido y probablemente, no muchos se han preguntado ¿quién inventó el apellido?

Origen de los apellidosEn sociología, estigma es una condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que la persona portadora sea incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa y se la vea como inaceptable o inferior.

El concepto fue acuñado en 1963 por el sociólogo canadiense Erving Goffman, en su reconocido libro del mismo título.

El apellido es el nombre de familia con que se distinguen las personas; p. ej., Fernández, Martínez u otros y es utilizado desde el año 2580 a.C. en China, donde según algunas versiones se transmitió a través de la madre.

En Europa, se dice que más precisamente en Roma, eran pocos los habitantes que podían llamarse ciudadanos y tenían ciertos privilegios: usaban la llamada tria nómina, el nombre propio (praenomen) que era asignado al nacer y así lo llamaban en el ámbito familiar; el nombre (nomen) que permitía identificar a la familia extensa del individuo y era el único apelativo asignado a las mujeres, a quienes se les llamaba solo con lo que hoy definimos como apellido.

El apellido era la atribución más particular y se asignaba en función de una característica física o una experiencia de vida. A estos tres elementos se podría añadir el agnomen, que tenía un carácter honorífico y solía indicar importantes hechos de armas.

Por ejemplo, uno de los generales más famosos de la historia de Roma, que de niño había recibido el prænomen Publio, perteneciente a la gens cornelia, llegó a ser general (Escipión, o el que lleva el bastón de mando) y derrotó a Aníbal en Zama. Por ello, se convirtió en Publio Cornelio Escipión el Africano. Sin embargo, a partir del siglo V d.C. el apellido, el nomen romano, cayó en desuso, y no reapareció hasta cuatro siglos después como una prerrogativa noble.

Sin embargo, con el estallido demográfico de los siglos X y XI, continuar identificando a las personas solo por su nombre ya no era suficiente. Fue entonces cuando una segunda denominación comenzó a acompañar al nombre, que podía hacer referencia al lugar de origen de la persona, a una característica física, a una profesión o al nombre del cabeza de familia. Este fue el precursor del apellido moderno, que en este momento todavía era mucho más parecido a un apodo. Fue con el Concilio de Trento (1564) cuando se hizo obligatorio para las parroquias elaborar listas de bautizados que incluían su nombre y apellido. En realidad, las familias aristocráticas del continente habían transmitido el apellido durante unos tres siglos. Así, apellidos imponentes como los Medici, los Borgia, los Gonzaga o los Sforza ya llenaban el panorama político europeo.

Las clases menos acomodadas tuvieron que adaptarse a la necesidad histórica, adoptando un apellido aunque no pudieran ostentar ningún título nobiliario y así fue que en nuestro país, hasta principios del siglo XIX, los niños abandonados, que se criaban en orfanatos, eran bautizados con el apellido Expósito, porque se desconocía quiénes eran sus padres. Un ejemplo de esos niños ha sido el prestigioso pintor, Benito Quinquela Martín, que había sido abandonado en la Casa de niños Expósitos y luego, al ser adoptado, se le asignó el apellido de su padre adoptivo.

La otra cara de la moneda, nos recuerda que también en nuestro país, existen apellidos de abolengo (palabra que deriva de abuelo) y marca la ascendencia de una persona, especialmente si es ilustre: una familia de abolengo. Herencia procedente de los antepasados. Algunos de esos apellidos: Anchorena, Pereyra Iraola, Belgrano, Sarmiento y tantos otros.

Como podemos ver, los apellidos pueden resultarnos estigmatizantes o jerarquizantes, definiendo un estatus social que más allá de identificarnos, nos favorecen o no, somos bien vistos en la alta sociedad o no, estableciendo un sentido de pertenencia a ambos grupos bien definidos, clase alta y adinerada o todo lo contrario, relacionado con gente de menor nivel social y económico, que los ubica en un lugar estigmatizante y alejado de ciertos privilegios.


www.conozcarecoleta.com.ar (4138) - Publicado: Miércoles 9 de Agosto