Historias amargas y dulces del Cementerio de Recoleta
En el barrio de Recoleta se encuentra uno de los cementerios más importantes del mundo, en perfecta convivencia con el mundo de los vivos. Allí encontraremos bellos sepulcros de Héroes de la Patria, presidentes, escritores, médicos y otras personas que no son conocidas. Las bóvedas dejan maravillados a los visitantes en todo sentido, por los trabajos de sus elaboradas puertas, fantásticas esculturas y coloridos vitrales, pero además, invitan al visitante a descubrir ciertos símbolos que mucho dicen de quienes descansan en ellas.
Sin embargo, quien sea observador descubrirá ciertas curiosidades que llaman la atención; desde alguna persona que duerme una siesta en un banco, un gato que abre una canilla para beber agua o un nicho en el que hay un panal y en cierta época del año, parece que las abejas regresan allí, siempre a ese mismo nicho, a ese mismo panal.
Nos hemos puesto a investigar a qué se debe este fenómeno de las abejas y hemos descubierto por qué ocurre esto, que hoy queremos compartir en esta nota.
Los entendidos en el tema, cuentan que el período de enjambrazón, es cuando la migración de una importante cantidad de abejas, con su reina, forman la colmena. Esto se produce cuando las princesas están por nacer. Es así que cuando eso ocurre, se produce una hiperpoblación y por eso, una gran parte de las abejas, junto con su reina emigran y dejan el espacio para que una de sus hijas ocupe el trono.
Las abejas que emigran, lo hacen para formar otra colmena. Al irse, agitan sus alas (algo que no pueden hacer dentro de la colmena) y elevan muchísimo la temperatura, a tal punto a veces derriten la miel. Cada una de las abejas que emigra lleva la miel y la química suficientes para empezar a construir de inmediato la nueva colmena. A las abejas les agrada mucho la oscuridad, como si la necesitaran; de hecho, trabajan cuando son jóvenes toda esa etapa de sus vidas en la oscuridad. Salir al sol pareciera un privilegio de las abejas adultas. Una vez que las abejas emigran, no vuelven a su antiguo hogar.
La reina reanuda su tarea materna que consiste en poner, siguiendo una espiral, de celda en celda, sin omitir ni detenerse, dos o tres mil huevos cada día. Esto es un verdadero sacrificio que parece razonado, de la generación presenta a la futura.
Únicamente durante la enjambrazón es permitida la estadía de los zánganos dentro de la colmena, donde serán elegidos uno o varios amantes reales. Antiguamente se creía que había un rey de las abejas, no sospechaban que era una reina.
Según el investigador y poeta, Mauricio Maeterlinck, la migración del enjambre “Es el delirio del sacrificio, quizá inconsciente, ordenado por el dios; es la fiesta de la miel, la victoria de la raza y del porvenir; es el único día de regocijo, de olvido y de locura; es el único domingo de las abejas. También parece ser el único día en que comen a saciedad y conocen plenamente la dulzura del tesoro que reúnen. Parecen prisioneras liberadas y súbitamente transportadas a un país de exuberancias y esparcimientos. Rebosan de júbilo y no son dueñas de sí mismas. Ellas, que nunca hacen un movimiento impreciso o inútil, van y vienen, salen y entran y vuelven a salir para excitar a sus hermanas, ver si la reina está pronta, aturdir su espera. Vuelan mucho más alto que de costumbre y hacen vibrar en torno del colmenar las hojas de los grandes árboles. No tienen ya temores ni cuidados. No son ya ariscas, meticulosas, recelosas, irritables, agresivas, indomables. El hombre, el amo ignorado, a quien nunca reconocían y que no logró domarlas sino doblegándose a todas sus costumbres de trabajo, respetando todas sus leyes, siguiendo paso a paso el surco que traza en la vida su inteligencia siempre dirigida hacia el bien de mañana, y que nada desconcierta de su fin, el hombre puede acercarse a ellas; rasgar la cortina dorada y tibia que forman en torno de él sus zumbantes torbellinos; cogerlas en la mano como un racimo de fruta; son tan mansas, tan inofensivas como una nube de libélulas o de falenas, y en ese día, dichosas, sin poseer nada, confiadas en el porvenir, con tal que no se las separe de su reina, que lleva en sí ese porvenir, se someten a todo y no lastiman a nadie”.
Dicho esto, visiten el cementerio y observen, todo está allí para ser descubierto y se darán cuenta que a pesar de la amargura y la tristeza que suele provocar la muerte, también hay historias de vida, dulces como la miel.
www.conozcarecoleta.com.ar (4475) - Publicado: 11/05/16
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