Mujeres de armas tomar
Cuando se piensa en mujeres que dejaron huella en la política de nuestro país, los argentinos generalmente recuerdan como mujer destacada, a Eva Duarte, por haberla amado o por haberla odiado, por toda la obra que hizo en vida o por los errores que según algunos, cometió, pero indudablemente, no pasó desapercibida y es reconocida en el mundo.
Seguramente, lo mismo ocurrirá dentro de algunos años con la ex presidente, Cristina Fernández de Kirchner e indudablemente, también la recordarán como la presidente de la década ganada y otros como la presidente que dejó un país en ruinas.
Hoy quisiera recordar, en el día en que cumpliría 220 años, a Encarnación Ezcurra, quien fue la esposa de Juan Manuel de Rosas y a decir de la mayoría de los historiadores, la mano derecha del restaurador.
Encarnación nació el 25 de marzo de 1795 y fue la más fiel seguidora de Juan Manuel de Rosas, con quien se casó el 16 de marzo de 1813, en la Catedral Metropolitana.
Fue un casamiento al que la madre de Rosas se negaba, debido a la corta edad de la pareja y para que no persistiese en su negativa, Juan Manuel pergeñó con Encarnación una mentirita que les permitiría casarse.
Rosas le dijo a su novia que le enviara una carta donde le decía que estaba embarazada. El la dejó en un lugar donde la señora Agustina López de Osornio pudiese encontrarla y así fue, entonces enterada de eso, inmediatamente se reunió con la madre de Encarnación y arreglaron todo para que se casaran.
Así fue que tuvo gran influencia en la vida política y se convirtió en una consejera a quien el restaurador hacía caso en la mayoría de las decisiones que a su entender eran inteligentes, a tal punto que fue la impulsora de la Revolución de los Restauradores y de la Sociedad Popular Restauradora, asegurándole a su esposo los 17 años de control después de 1835, ya que la mencionada revolución derrocó a Juan Ramón González Balcarce.
Poco después, se creó la Mazorca, brazo armado de la Sociedad, y ésta presionó a todos los gobiernos interinos, asegurándole a Rosas el deseo público de que se hiciera efectivo su retorno al gobierno y provocó que la Junta de Representantes, la encargada de designar gobernadores, viera a su esposo como la única opción para restablecer el orden social en la provincia.
A partir de estos hechos, y del triunfo de su esposo en la Campaña al Desierto se le atribuyó el título de Heroína de la Santa Federación. Algo impensado para aquellos tiempos signados por los prejuicios y con nula participación femenina en la política, que una mujer haya logrado tan altas responsabilidades.
Falleció a la edad de 43 años, probablemente a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio o algo similar. Su defunción, sin embargo, estuvo cargada de un amplio duelo popular y político, a tal punto que 25.000 personas (sobre un total de 60.000 habitantes de la época) asistieron a su sepelio y a la procesión del féretro desde el Fuerte hasta el Convento de San Francisco. El cortejo fúnebre fue pagado por la Junta de Representantes, a la cual el gobernador Rosas agradeció formalmente la inversión el 1° de noviembre de 1838.
Encarnación descansa en el panteón de la familia Ortiz de Rozas, en el Cementerio de Recoleta.
www.conozcarecoleta.com.ar (3224) - Publicado: 25/03/16
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