Cambios poco aceptados en el Centro Cultural Recoleta
Desde que se intervino la fachada del Centro Cultural Recoleta, pintada con colores estridentes e imágenes que intentan imponer la aceptación de la diversidad de género y otros temas candentes, los tradicionales vecinos de Recoleta no están de acuerdo y les resulta inaceptable el cambio drástico en este espacio histórico.
El antiguo convento y capilla donde se instalaron los monjes recoletos a principios del siglo XVIII, fue posteriormente asilo de ancianos y asilo de mendigos, hasta que el espacio fue reformado y refuncionalizado como Centro Cultural Recoleta, por los arquitectos Jacques Bedel, Luis Benedit y Clorindo Testa y se inauguró como tal en 1979.
Cuenta con 27 salas de exposición en las que se presentaban muestras de artes plásticas, conciertos, teatro, danza, y muchas otras actividades. También alberga el Museo Participativo de Ciencias, cuya consigna es “Prohibido No tocar” y donde los niños pueden aprender jugando.
Ahora, parece que de a poco se va borrando la huella de lo que fue, perdiendo su esencia y convirtiéndose en un espacio casi exclusivo para adolescentes y jóvenes.
La pregunta que muchos vecinos nos hacemos es: ¿Por qué el Centro Cultural Recoleta? un espacio tradicional y creado con otra finalidad. Por allí, especialmente por la Sala Cronopios, pasaron memorables muestras. Desde Rómulo Macció, Liliana Maresca, Pablo Suárez, Alfredo Prior y Humberto Rivas hasta los mismos Testa, Bedel y Benedit, entre muchísimos otros.
A decir de los vecinos, la Sala Cronopios prácticamente ha desaparecido y en su espacio ya irreconocible, la han transformado en una especie de parque de diversiones que está totalmente alejado de ser una muestra de arte: una serpiente, una rampa donde se mete la gente para hacer un recorrido sin mucho sentido entre efectos de luz y sonidos atronadores. La serpiente y el jaguar –así se llama la gigantesca obra del colectivo Biopus– parece más apropiada para Tecnópolis que para Cronopios.
Todo el Centro Cultural dio espacio a "muestras artísticas" y culturales de jóvenes y adolescentes y está muy bien que tengan su oportunidad, pero debe hacerse en el lugar adecuado. Así como reulta inconcebible que se haga un show de cumbia y cuarteto en el Colón, tampoco la Filarmónica o el Ballet del Colón se presentarían en un galpón de Once, armado para otro tipo de música y de público. No es un tema de discriminación sino de gustos y de actitudes frente a un tipo de show y otro. En un concierto o función de ballet, el público permanece sentado y en silencio y en un show de cuarteto, bailanta, música electrónica u otra, el público es más efervescente y disfruta saltando, bailando, bebiendo. En cada caso, es bueno contar con el espacio acorde a los gustos de esos públicos.
Ahora, el grafiti, el cómic, el street art, el hip hop, el break dance, y hasta el mate y algún vendedor ambulante –créase o no– que ofrece biromes y tres pares de medias por 200 pesos, son las cosas que podemos ver en el interior del Cultural Recoleta, desjerarquizando un lugar que supo albergar exposiciones de arte que atraían un público que parece haber sido desalojado a la fuerza.
Será que Adolfo Bioy Casares, quien fue vecino del barrio, y autor de la novela "La guerra del cerdo", fue premonitorio y adelantó lo que ya está ocurriendo. En esa novela, que luego se llevó a la pantalla grande, dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, se mostraba a una sociedad en la que los jóvenes eliminaban a los viejos y parecería que esta gestión de gobierno, apunta a captar y favorecer a los jóvenes más que a los adultos que superan los 50.
¿Será que no toman conciencia de la edad que muchos ya tienen y de los que alguna vez, si tienen suerte, llegarán a tener?
¿Por qué ese desprecio y esa invasión a los espacios que eran para todas las edades y en buen porcentaje destinado a los adultos, ahora los excluye? y por favor, no respondan que no se los excluye, porque aunque no haya un cartel que diga que tienen prohibida la entrada, a qué adulto mayor le va a gustar ingresar, pensando en disfrutar de una muestra de arte, si en el interior encontrará a una multitud de jóvenes tirados en el piso, haciendo una especie de pic nic que deberían estar haciendo afuera, en las plazas.
El Recoleta es hoy algo parecido al dormitorio de un adolescente a escala monumental, donde hacen lo que mejor les sale, NADA o jugar con el celular. Penoso y para reflexionar.
www.conozcarecoleta.com.ar (4450) - Publicado: Jueves 08/08/19
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