El Instituto Nacional Sanmartiniano cumple 91 años
El 5 de abril de 1933, por iniciativa del señor José Pacífico Otero, se inauguró en Buenos Aires el Instituto Nacional Sanmartiniano y este viernes cumple 91 años.
Situado en Alejandro Maria de Aguado y Rufino de Elizalde en el barrio de Palermo, promueve y fomenta el estudio del Padre de la Patria.
Las primeras reuniones del Instituto se realizaron en el domicilio particular de Otero, ubicado en Florida al 700, y más tarde en el Círculo Militar -entonces conocido como Palacio Paz. Otero falleció en 1937 y su viuda, Manuela Stegman, se dedicó a continuar la tarea de su marido. La señora de Otero pidió a la municipalidad un terreno con el compromiso de construir la sede del Instituto. Cedida esta manzana de Barrio Parque, encomendó al arquitecto Salas la construcción de una casa que reprodujera en mayor escala la de Gran Bourg. Fue inaugurada en agosto de 1946 y responde al estilo Academicista Francés.
San Martín vivió en Grand Bourg desde 1834 hasta 1848. Ante el clima revolucionario creciente en Francia, abandona Grand- Bourg y París, y se instaló en Boulogne- Sur-Mer, donde falleció el 17 de agosto de 1850.
La casa de Grand-Bourg, se hallaba a 7 kms. de París. Su extensión era de escasas 70 áreas.
La casa tenía un piso bajo y dos altos: en la planta baja, se encontraban el salón, el comedor y la cocina; el primer piso tenia cinco habitaciones y tres el segundo. Su techo era de pizarra. El nuevo habitante introdujo algunos cambios edilicios. La sede actual del Instituto Nacional Sanmartiniano de Buenos Aires es una réplica, con leve modificación de escala, de la residencia francesa. La casa estaba rodeada de un vasto parque: una huerta con árboles frutales, un jardín, un invernáculo y algunas dependencias en ese terreno circundante. El Libertador se entretenía en el cuidado del jardín y algo de la huerta.
Su hija Merceditas se había casado con Mariano Balcarce, en 1832 y decidieron ir a vivir a Grand- Bourg, donde crecieron las dos nietitas de San Martín.
La vida de San Martín era apacible y ordenada, se levantaba con el alba, preparaba su desayuno, consistente en té o café, que tomaba en un mate con bombilla. Luego pasaba a sus tareas habituales: el picado de tabaco, que fumaba en pipa y, a veces, en chala; el trapicheo, como llamaba a la tarea de limpiar y lustrar su colección de armas; la realización de pequeñas obras de carpintería, a la que era afecto; o, bien, iluminaba litografías, como entonces se decía al colorear de estampas, particularmente de barcos, paisajes marinos y escenas campestres; algunas de estas piezas han llegado hasta nosotros.
El mismo cosía sus ropas, según el hábito adquirido en el ejército, que no quería abandonar pese a los reclamos de su hija. Tenía un perrito de aguas, un "choco", traído de Guayaquil, al que adiestraba en pruebas de obediencia. Hacía paseos a caballo por las inmediaciones. De regreso, descansaba en una vieja poltrona, donde tomaba mate, fumaba y leía.
La lectura fue la más sostenida de sus distracciones. Lo hacía en inglés, italiano y, naturalmente, francés. Era amigo de leer periódicos particularmente americanos. En 1848, el agravamiento de sus cataratas lo limitó en ello. Su biblioteca personal aún se conserva en nuestra Biblioteca Nacional. Dormía en una simple cama de hierro, comía asado, de preferencia, y bebía vino con sobriedad. Parte considerable de su tiempo lo destinaba a ordenar los papeles y documentos de su archivo personal.
Había planeado escribir sus memorias, que esperaba se dieran a publicidad después de muerto. No avanzó en esta tarea; solo alcanzó a trazar una cronología de los hechos que protagonizó, desde 1813 a 1832, acompañada con documentos probatorios. Finalmente, no compuso sus Memorias.
En los alrededores de la vivienda hay un marinero, un soldado de infantería. Entre ambos hay un relieve en bronce donde se ve a San Martín, el escudo Nacional, una formación de soldados, del otro lado, tres figuras: monumento de San Martín, el abrazo con O´higgins y el renunciamiento de San Martín junto a Bolívar en Guayaquil. Luego sobre el frente el busto de Remedios de Escalada, San Martín y Merceditas.
Sobre el lateral (frente al Fondo Nac. De las Artes) otro busto del fundador del Instituto Sanmartiniano, José Pacífico Otero. También se observa la caña de leva del transporte Villarino, buque 1880 – 16 de marzo – 1899. Se trata del buque en el que llegaron los restos del Libertador, en 1880, juntos con las piezas para armar su mausoleo.
Enfrente del Instituto se emplazó un monumento que lo recuerda en su rol de abuelo, junto a sus dos nietitas. El abuelo inmortal fue obra del escultor Ibarra García y es el único monumento en Buenos Aires que lo muestra anciano y vestido de civil.
En el interior del basamento de la obra se colocó tierra de Chile y Perú. Sobre el plinto se ven tres bajorrelieves que tienen como figuras centrales a San Martín y sus dos nietas. En uno de ellos se ve al general cuidando a sus dalias, en otro limpiando sus armas y por último contemplando el Sena con aire melancólico, como añorando esos años de batallas y contiendas que jamás iban a volver, resignado a sus años, sus achaques y el destino de grandeza que lo esperaba más allá de su gloriosa tumba.
www.conozcarecoleta.com.ar (5271) - Publicado: 04/04/24 Fuente: Instituto Nacional Sanmartiniano
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