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Obras de restauración en el Palacio Errázuriz

El Palacio Errázuriz, situado en Avenida del Libertador al 1900 ha sido una de las bellas mansiones que otorgaron belleza al paisaje arquitectónico urbano de fines del siglo XIX. Mandado a construir por el empresario chileno, Matías Errázuriz, casado con Josefina de Alvear, para vivir con sus hijos.

Fue diseñado por el arquitecto francés René Sergent (1865 -1927), en 1911, con la dirección de obra de los arquitectos locales Eduardo M. Lanús y Pablo Hary.

Palacio ErrazurizEl edificio es un excelente ejemplo del estilo ecléctico francés, de gran auge en la ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX, dividido en cuatro niveles.

El subsuelo tiene ventanas que se abren en el basamento; la planta principal, que está comunicada con el jardín y la terraza donde se ven puertas en arco de medio punto; encima de éstas se abren las ventanas que corresponden a los aposentos; ya en el último nivel, detrás de la balaustrada, se ven las lucarnas de ventilación de las áreas de servicio que ocupan las mansardas.

Los salones de la planta principal, destinados a las recepciones, fueron decorados en diversos estilos franceses, de diferentes períodos, excepto el Gran Hall inspirado en los grandes salones característicos de la Inglaterra del siglo XVI, en la época de la dinastía Tudor.

A fines de 1916, y a medida que llegaban los muebles y objetos de arte por vía marítima, los Errázuriz Alvear se ocuparon de controlar todos los detalles de la decoración. En septiembre de 1918 la casa fue inaugurada con una gran fiesta y se convirtió en el centro de una intensa vida social en los años que residieron en ella.

El matrimonio, interesado en el arte y las antigüedades durante los años allí vividos adquirió una valiosa colección de obras de arte europeo y oriental que en su mayor parte integran hoy el patrimonio del Museo.

Después del fallecimiento de Josefina en 1935, Matías Errázuriz y sus hijos ofrecieron al Estado Argentino la posibilidad de comprar la casa junto con la colección de arte, con la condición de que se destinara a crear un nuevo Museo: el actual Museo Nacional de Arte Decorativo.

Ahora, un equipo conformado para su recuperación y puesta en valor, está trabajando para que recupere el glamour de aquellos tiempos.

“La habitación de Josefina de Alvear, que está en pleno proceso de restauración. En 2010 se hizo el dormitorio de Matías, en el primer piso y el dormitorio Imperio, que fue la primera donación que recibió el Museo, ya que no teníamos los muebles originales. La hizo la familia Ocampo”, cuentan a Viva Hugo Pontoriero, curador del MNAD y próximo director, y las restauradoras Graciela Razé y Mariana Astesiano.

“Ya hay más de diez salones hechos. Quisimos recuperar el Palacio Errázuriz, que es un monumento histórico artístico nacional, la máxima catalogación patrimonial que puede tener un edificio. Es como volver al estado del monumento en su esplendor de 1918”.

El futuro director del Museo y su equipo cuentan que en 1994 comenzaron por la fachada y el jardín. Aproximadamente dos años después continuaron por el Escritorio en la planta baja, ámbito de estudio y trabajo de Matías Errázuriz.

En la recorrida por este nivel del MNAD (fundado en 1937, un año después de haber sido comprado por el Estado nacional), también se pueden apreciar otros espacios donde pasaban sus días los Errázuriz, como el salón comedor, el salón de baile y el salón de Madame.

El primero fue inspirado en el majestuoso Salón de Hércules del Palacio de Versailles en París y contaba con una extensa mesa para veinticuatro invitados.

Los otros dos eran exclusivos de Josefina de Alvear. En la planta baja, además, se puede acceder al que era el Hall de la residencia, desde donde se puede ver la galería con acceso a los cuatro departamentos de la familia.

El Hall es el más amplio de todos los salones y el único con doble altura, permitiendo de esta manera apreciar a simple vista sus cinco arañas de bronce patinado y una gran variedad de mobiliario.

El primer piso
Con la planta baja casi completa, uno de los mayores desafíos de los últimos años ha sido recuperar la planta alta de la mansión, normalmente reservada para la intimidad de la familia.

Allí se ubicaban cuatro departamentos, uno para cada miembro. El de Matías Errázuriz estaba en el centro del edificio. La de su hijo se encontraba en la fachada sur, cerca de la escalera principal.

Del otro lado estaban los departamentos de Josefina madre y Josefina hija, con vistas al jardín francés. Si bien todos estos espacios daban a una galería sobre el Hall, contaban con puertas secundarias que permitían una circulación privada.

Por ejemplo, las habitaciones del matrimonio tenían una puerta cada uno, por las que se accedían al baño pompeyano, el nexo interno entre ambos departamentos.

El salón de baño se divide en dos zonas. “La del piso de madera, seco, era el vestidor. Y la del piso de mármol, húmedo, era la sala de aguas, que además funcionaba como salón de espejos”, describe Hugo Pontoriero, mientras despliega un biombo de espejos y tapa una ventana para transformar el baño en un espacio con espejos en 360º. Claro que quienes visitan el museo pueden observar de cerca esta experiencia.

“El baño es estilo Directorio, que es la transición entre el estilo Luis XVI y el estilo Imperio. O sea que los Errázuriz retomaban las arquitecturas consagradas del antiguo régimen francés”, explica el futuro director del MNAD.

En cuanto a la cúpula del baño pompeyano, las restauradoras señalan que su forma es tradicional, de yeso, y tiene una estructura interna de madera con fibras vegetales. Para restaurarla, como estaba en mal estado y pintada encima, se copió la plantilla de lo poco que había quedado intacto del original.

“Del resto, de lo que había sido producto de la humedad, solo quedaban sales. O sea, lo que se hizo fue una desalinización, después se fijó el material original que quedaba y luego se pudo recomponer. Teníamos una parte del dibujo original y eso se fue copiando y traspasando al resto”, detallan las profesionales y agregan: “El rendimiento que obtuvimos fue bastante bueno. Casi el 70 por ciento”. La bañera y su grifería son originales, al igual que los pisos.

Actualmente, el Museo se encuentra trabajando en la habitación de Josefina de Alvear, la cual aún no está abierta al público.

Su equipo de profesionales le dio acceso a Viva para mostrar un adelanto de lo que se podrá visitar una vez finalizada la restauración.

“El dormitorio es estilo Luis XVI y lo más importante son los bordados de aves de los muebles, que también evocan la estética de María Antonieta”, indica Pontoriero.

Un particular detalle de este espacio: solía albergar un retrato de Diego de Alvear, el padre de Josefina de Alvear, pintado por Joaquín de Sorolla, que fue retirado por la sucesión familiar luego del fallecimiento de la señora de la casa, en junio de 1935.

Sí se pudieron recuperar (y se podrán apreciar tras la inauguración) el respaldo y los pies de la cama donde dormía Josefina de Alvear.

“La cama tenía un dosel con cortinados que hay que reconstruirlo en base a los planos originales. Su tela se compró en 1918 en París y la vamos a volver a comprar para retapizar porque está muy deteriorada. Vamos a comprar la misma seda, el mismo modelo, en la misma casa donde compraron los Errázuriz”, señala Pontoriero.

Con respecto a la refacción del cuarto, las restauradoras indican que primero están evaluando “qué cosas son originales y cuáles son adosadas”. Existen algunos deterioros en partes de la yesería y la cornisa, y el equipo discutió si las paredes habían estado enteladas, hasta que descubrieron que solamente habían sido pintadas.

Fue durante la estadía del Museo Nacional de Arte Oriental (MNAO) que entelaron todo el dormitorio de arriba abajo y por lo tanto se logró preservar bastante. “Ahora lo que tenemos que hacer es ‘desrestaurar’”, explican las especialistas. Y agregan: “Los muebles son un gran desafío. Estamos tratando de ver cuál era la técnica original y si soporta un sistema de limpieza”.

Por otro lado, las profesionales revelan un secreto clave a la hora de recobrar un ambiente de tantos años: “La idea es no reemplazar nada sino rescatar a como se pueda el original. Porque quizás uno mira un fragmento y por ahí ve manchas, pero en el contexto general está bastante bien, equilibrado. Hay que ir viendo también el balance de la restauración. Cuando pintás, los ojos se van solos a donde está el defecto. Por eso hay que buscar un equilibrio en el mobiliario”.

Detrás de una puerta doble, Josefina de Alvear tenía un oratorio que estaba cercano a su cama. Aún se conserva su reclinatorio original de madera tallada y dorada estilo Luis XV. Y, al lado del cuarto, la esposa de Matías Errázuriz contaba con uno de sus lugares preferidos de la casa: el boudoir.

“El boudoir (tocador) es estilo Luis XV y sus muebles, de la casa Jansen de París. Tenía tapices que vamos a volver a colocar. Estamos trabajando con inventarios históricos de la fundación del Museo, del año 1936 exactamente. Eso nos va llevando al estado original de los salones”, comenta Pontoriero.

En un futuro, y como última instancia, el objetivo es llevar a cabo la restauración del departamento de Josefina Errázuriz Alvear, de estilo Luis XVI y también con mobiliario de Jansen.

Una vez que se finalice la refacción total de los espacios del Palacio Errázuriz donde funcionó el Museo Nacional de Arte Oriental desde 1965 a 2023, se podrán exhibir al público una mayor cantidad de objetos de alto valor patrimonial.

Claro que para continuar con todas estas refacciones, es fundamental conseguir sponsors. “Tenemos mecenas privados para financiar el proyecto. Algunos de ellos son Andrés Rosarios, un arquitecto que nos ayuda desde París a traer las telas de la cama de Josefina de Alvear, y Felipe de la Balze, quien financió uno de los salones en conjunto con el Estado nacional”, cuenta Pontoriero.

Otra medida que seguramente se llevará a cabo y ayudará a juntar fondos es la de comenzar a cobrar la entrada a los extranjeros. “Hay un proyecto para todos los museos nacionales. Es algo que no decidimos nosotros”, aclara y concluye: “Lo que era de pocos y muy exclusivo, se convierte en algo de todos. Hay un círculo virtuoso que se cierra y que me parece muy sanador”.


www.conozcarecoleta.com.ar (10284) - Publicado: Lunes 13/05/24 Fuente: Clarín y MNAD